Como un náufrago sediento
no hago otra cosa que esperarte
anhelando beber un sorbo
de tu purpúrea boca
encarnada en mis ojos, ávidos
que no pueden ni quieren olvidar
el resplandor de aquel éxtasis
que brotara de nuestro ardoroso corazón.
Estar así despiertos es un delirio de condenados