En tus vuelos veo amenazas a los míos
cuando te levantás y no me dejas soñar.
Me decías que todo es un delirio
y no se mas para donde andar.
Si te enciendes como un fuego y hacés chispas con un roce,
solo me queda callar y esperar que esto se apague.
Es tan lindo estar ahí cuando hace frío
pero de pronto me quema y me quiero ir.
Y la piel enrojecida ya no es igual,
arde y no encuentro un bálsamo que me haga reparar.
Descompone el aire tu alarido envilecido.
Y ya no quiero escuchar ese grito ennegrecido.
Sola quedé otra vez,
sola ante mi miseria ante mis horas vacías,
sola ante mis inquietas manías,
sola ante mis enemigos que me ponen el pie encima,
sola ante mis preguntas
y ante mis respuestas copiadas de un manual.
Ya no hay quien me abra los ojos,
ya no hay quien me despierte,
solo quien no me deja dormir,
como un muerto al que no dejan morir,
solo quien no me deja soñar
como un resto al que no dejan descansar.
Ya no puedo descifrar esa locura tuya,
porque no hay quien descifre la mía
que me gana a cada día que me avasalla en las horas calmas
y me despierta en las horas dormidas.
Triste de vos ya no me puedo mover mas.
El aire se puso amarillento pálido sin aliento.
El sol se apagó siendo mediodía.
En esta calma solo se respira alarma.
No le puedo hacer frente ya a mi tormentosa alma
y solo veo botellas vacías que me golpean
suspendidas en ese aire que huele a devastación.
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