26 de octubre de 2009

Fin



Cuando todo parecía terminar,

y llegar a su implacable y desatinado destino.

Cuando la tortura empezaba a cobrar vida propia

y a dejar de ser tan solo una sensación.

Cuando los días se hacían terminables porque dejaba de extrañarte.

Cuando desaparecía la conmovedora fuerza

que me daba tu mirada ahora diluida en la distancia.

Cuando se derretían los témpanos

y el agua llenaba los espacios vacíos para arrastrarlo todo…

Cuando tu voz me sonó como un grito apocalíptico

y ya no como un tintineo de campanillas.

Cuando triste me volqué hacia adentro

pues ya no pude sobrellevar el martirio de la incertidumbre cotidiana.

Cuando me suspendiste en las alturas

y ya nunca más me bajaste.

Cuando no necesitaste más de mi.

Cuando tus aires fueron solo tuyos,

cuando lograste conquistar al mundo...


Ese día…

se cayeron los planetas,

se apagaron las estrellas,

se desvanecieron las montañas,

se secaron los mares,

se disolvieron las ilusiones.

Ese día mi alma se encapsuló

y quedó encerrada para siempre

en la cárcel del deseo.

Ese día lloré hasta la última lágrima

para nunca más volver a llorar,

clausuré mis labios para nunca mas besar,

encadené mis brazos para nunca mas abrazar,

sellé mi corazón para nunca más amar,

paralicé mi espíritu para nunca más soñar.

Ese día encontré la calma,

y junto con ella,

la muerte.





1 comentario:

Jacqueline dijo...

morimos por amor y de amor
una parte nuestra se muere y otra nos pide por favor revivir para seguir enamorandonos.